Doug
Casey expresa que, [“””””””””””””””””Bueno,
antes de entrar en lo que ocurrió en la Unión
Soviética y lo que parece estar ocurriendo ahora en Estados
Unidos, tenemos que abordar realmente la validez de la psiquiatría
como ciencia, para empezar, y la enfermedad mental como una
enfermedad real. El Dr. Thomas Szasz, fallecido hace algunos años,
defendió que la enfermedad mental no es un concepto médico
y no tiene una base biológica. Creía que lo que la
gente suele denominar «enfermedad mental» es en
realidad una etiqueta utilizada para describir comportamientos,
emociones y pensamientos desviados que no se ajustan a las normas
sociales. Sostenía que las enfermedades mentales no son
enfermedades en el sentido tradicional, ya que no pueden medirse
ni diagnosticarse objetivamente como las afecciones físicas,
como el cáncer o la arteriosclerosis. Escribió
numerosos libros desacreditando la psiquiatría; los
recomiendo encarecidamente. Mi opinión es que la gente
siempre ha tenido problemas psicológicos, preocupaciones y
aberraciones. Antes, estas cosas se trataban hablando con amigos,
consejeros o figuras religiosas. Sin embargo, desde los tiempos de
Sigmund Freud, el «tratamiento» de las afecciones
mentales se ha convertido en el negocio de la psiquiatría.
La psiquiatría ha creado un sacerdocio de médicos
que analizan lo que la gente piensa, dice y hace, y opinan si es
saludable o no. Por supuesto, no hay nada malo en estudiar el
funcionamiento de la mente. El problema surge cuando un médico
puede imponer su opinión a otra persona. Si un cirujano
cree que usted debe operarse del corazón, no puede
imponérselo. Pero si un psiquiatra licenciado piensa que
debes ser encarcelado y sometido a diversos fármacos y
«terapias», puede que no haya mucho que puedas hacer
al respecto.””””””””””””]
Pues,
en realidad, el siniestro poder mundial globalizado, en esta 3ra
etapa, perfecciona las experiencias de la 1ra y 2da guerras
mundiales. Es interesante como el siniestro poder mundial
globalizado induce una fe ciega sobre un ideario atentatorio
contra la dignidad e integridad adquiriéndolo como verdades
incuestionables apartadas de todo razonamiento racional, aplicando
los fundamentos científicos psicoanalíticos, pues la
ciencia no posee ética ni moral, como en el proceso de la
2da guerra mundial cuando “a principios de 1933, Jung empezó
a ser considerado en Alemania como el renovador de la psicología
y de la psiquiatría, para rescatarlas del estado de
descomposición en que habían sido sumergidas por los
judíos psicoanalistas. En ese mismo año, empezaron a
ser quemados públicamente los libros de Freud. En junio de
1933, C. G. Jung fue nombrado presidente de la Sociedad Médica
de Psicoterapia, que agrupaba asociaciones de diversos países.
Los miembros de la Asociación Psicoanalítica
Alemana, que tenía más de veinte años de
existencia, la fueron abandonando, voluntariamente o por presiones
políticas, e ingresaban a la Sociedad Alemana Médica
de Psicoterapia, que se formó en 1934. Como presidente de
esta sociedad fue designado el psiquiatra M. H. Goering, primo del
ministro de Aviación, Hermann Goering, el hombre más
importante del régimen, después de Hitler. Diversas
publicaciones muestran que Jung participó voluntaria y
conscientemente en las difamaciones que se divulgaban sobre los
judíos y el psicoanálisis. A principios de 1934, en
su artículo "Sobre la situación actual de la
psicoterapia", afirma que el judío, como "nómada",
no puede crear jamás una cultura propia; para desarrollar
sus instintos y talentos tiene que apoyarse en un "pueblo
anfitrión más o menos civilizado". En realidad,
el siniestro poder mundial globalizado, en esta 3ra etapa,
perfecciona las experiencias de la 1ra y 2da guerras mundiales,
cuyos antecedentes los tenemos desde antiguo con las elites
sociales validadas mediante el adoctrinamiento político/religioso
como método de control económico/social creando
opinión y valores o reglas a favor de los intereses de las
clases dominantes. Osvaldo
Buscaya (OBya)
Doug
Casey expresa que, [Al
utilizar la terapia de conversación freudiana, los
psiquiatras básicamente no son mejores que un amigo o un
consejero, y a menudo son peores. Sospecho que muchos no son más
que mirones a los que les gusta oír hablar de los problemas
de los demás, quizá sólo para compararlos con
los suyos. De hecho, puede ser peor. Mucha gente se hace
psiquiatra porque ellos mismos tienen problemas y les gusta la
idea de escuchar los problemas de los demás y devolverles
sus pensamientos arbitrarios. Y lo que es peor, el público
cree que los psiquiatras saben cómo funciona la mente y que
pueden saber mágicamente lo que están pensando. El
público cree que los psiquiatras tienen poderes especiales,
como los brujos modernos. Ese miedo, por ridículo que sea,
les da un verdadero poder. Eso en sí mismo atrae al tipo
equivocado de persona a la psiquiatría. Hay una razón
por la que Hannibal Lecter fue retratado como psiquiatra y no como
contable, ingeniero o vendedor. El proceso se disfraza y legitima
clasificando los problemas mediante, entre otras cosas, el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(llamado DSM-5 en su última edición). A diferencia
de un verdadero manual médico o quirúrgico, el libro
es sobre todo conjetura y opinión, una versión
moderna del medieval Malleus Malificarum, que clasificaba todo lo
que se sabía sobre brujería. Aunque la mayoría
de las terapias de conversación freudianas son en realidad
patrañas, el simple hecho de dar a una persona con
problemas la oportunidad de hablar, aunque sólo sea durante
55 minutos, a veces puede ser útil. Pero la cura habitual
que se prescribe hoy en día es algún tipo de fármaco
que afecta a la función cerebral. La mayoría de
estos fármacos sólo disfrazan el problema nublando
la mente. En realidad, estos fármacos pueden alterar las
células del cerebro, lo que hacen y cómo se piensa.
Actualmente existen cientos de fármacos psiquiátricos
-Ritalin, Zoloft, Xanax y Prozac son los más comunes-, pero
hay muchos más que son seriamente peligrosos.]
Pues,
el siniestro poder mundial globalizado, hoy, controlando los
medios de comunicación en esta era de la inmediatez con las
noticias instantáneas, posee un arma efectiva con el
siniestro adoctrinamiento subliminal; un elemento de poder con el
que manipulan y alteran lo real abrumando mediante un ideario, en
esta ingeniera social, sobre el pensamiento colectivo construyendo
una realidad artificial. Las naciones eran controladas política
y socialmente inculcando idearios de nacionalismos, patriotismo,
lucha sindical, pero, hoy, el control de una nación está
en manos de los grandes poderes económicos globalizados,
utilizando la clase política de cada país
subordinada, para anular el pensamiento crítico y mantener
esa casta de dirigentes políticos/seudocientíficos,
que silencian la rebeldía, creando normas, leyes de
coacción, DNU, confinamientos, cercenamiento de libertades,
amenazas, censuras, etc. Así, han logrado mediante la
globalización, “especímenes” carentes de
cualquier sentimiento crítico (zombies). Osvaldo
Buscaya (OBya)
Doug
Casey expresa que, [Una
de las cosas más inhumanas de la Unión Soviética,
que estaba llena de cosas malas, puede haber sido la forma en que
pervirtió la medicina, avalando la psiquiatría, para
destruir el propio espíritu humano. Este concepto se está
abriendo camino en Estados Unidos y Occidente. Los especialistas
en psiquiatría corruptos utilizan la pseudociencia para
demostrar que las personas que el gobierno considera que tienen
ideas políticas descabelladas están realmente locas.
«Loco» se define como no creer en lo que creen y decir
cosas que son políticamente incorrectas. Yo diría
que, para empezar, la psiquiatría es una especialidad falsa
y peligrosa. Y poner a pseudocientíficos psiquiátricos
a cargo de determinar lo que es «pensar bien» y
«pensar mal» es muy peligroso. La medicina no debería
involucrarse en la política, que es sin duda la principal
conclusión del papel del Dr. Fauci en la reciente histeria
del COVID. Y esto vale doblemente para la psiquiatría. Las
asociaciones profesionales -como los sindicatos- siempre buscan
aumentar el poder político y la riqueza económica
para sí mismas y para sus miembros. Los colegios de
abogados lo hacen para los abogados, la NEA para los profesores,
la AMA para los médicos y la Asociación Americana de
Psiquiatría para los psiquiatras. Todos son un peligro para
la sociedad. Pero la APA más que la mayoría. Por
poner un ejemplo, una vez conocí a un destacado psiquiatra
en Washington, DC. Abogaba por exigir pruebas psiquiátricas
a todos los altos cargos del gobierno, para mantener a los locos
peligrosos fuera de sus puestos. Es comprensible. Pero, ¿y
si las pruebas en cuestión se inclinan en contra de ciertas
creencias políticas, económicas y filosóficas?
Llegados a este punto, esto sólo podría favorecer a
los que tienen el poder. Recuerde, los fanáticos del
control no están tan interesados en controlar el universo
físico como en manipular y controlar a otras personas.
Tienden a entrar en el gobierno. Y cuando se dedican a la
medicina, a menudo se sienten atraídos por la psiquiatría.
Si puedes disfrazar tu deseo de controlar y manipular a tus
semejantes alegando que tienes una necesidad médica
de tu parte, te vuelves mucho más efectivo y mucho más
peligroso.]
Pues,
las clases políticas/seudocientíficas, unos
vividores, inventan y fomentan ideologías populistas, que
no sienten para manipular a los especímenes/esclavos/zombies
y mientras estos esperan de las clases políticas/seudocientíficas
el altruismo, su único objetivo es el beneficio propio. Las
clases políticas/seudocientíficas, intrínsecamente
poseen una doble moral, es decir tienen dos caras y para aglutinar
a la masa de los especímenes/esclavos/zombies crean
enemigos, fomentan odios, mienten y hacen cualquier acto
populista, que tanto gusta a los especímenes/esclavos/zombies
para ser elegidos. El siniestro poder mundial globalizado no
responde a ninguna ideología, destruyéndonos con sus
atropellos y abusos que no pueden ser castigados al tener el
control y creación de las leyes internacionales. Hoy, las
decisiones de las naciones las toman ellos como impulsores y
creadores del siniestro adoctrinamiento subliminal por medio de
marketing, estados y medios de comunicación. La
"aplicación" del siniestro poder mundial
globalizado, utiliza el espectro caduco de lo biológico,
dónde la confusión y desconocimiento de los
"asesores científicos" y su carencia de
preparación intelectual atascados en la medicina clásica,
es una excelente manipulación, para éste "juego"
a costo de la población (otro de los “negocios”).
Psicológicamente la “realidad” de este
siniestro discurso está en su diseño programado como
tabú, es decir, en otro lugar de pertenencia, que “ignoran”
los “asesores científicos” de la medicina
clásica, y en lo personal, científicamente es una
experiencia única por su imposición mundial
globalizada, para un análisis psicoanalítico (Freud)
en la continuidad y desarrollo de este proceso gestado por el
siniestro poder mundial globalizado, utilizando a los gobiernos
con sus clases políticas/seudocientíficas para
incentivar su siniestro discurso. La pulsión de muerte no
es un hecho biológico, pues el aparato psíquico
humano está subordinado a un automatismo de repetición
ciego como “un animal enfermo de muerte”. Así,
el poder condiciona y manipula este mundo idiota.
Osvaldo
Buscaya (OBya)
Vivir
es un experimento, pues sigamos en él.
Osvaldo
V. Buscaya (1939/2024)
OBya
Psicoanalítico
(Freud)
******
La
peligrosa tendencia a la «represión psiquiátrica»
On: 28/09/2024
DOUG
CASEY / Recuerde, los fanáticos del control no están
tan interesados en controlar el universo físico como en
manipular y controlar a otras personas. Tienden a entrar en el
gobierno. Y cuando se dedican a la medicina, a menudo se sienten
atraídos por la psiquiatría. Si puedes disfrazar tu
deseo de controlar y manipular a tus semejantes alegando que
tienes una necesidad médica de tu parte, te vuelves mucho
más efectivo y mucho más peligroso.
ENSAYO
The
International Man: La
Unión Soviética utilizaba el diagnóstico de
enfermedades mentales como herramienta para silenciar a los
disidentes políticos. Era una práctica conocida como
«represión psiquiátrica». Los disidentes
que hablaban en contra del gobierno a menudo eran declarados
dementes e internados a la fuerza en hospitales psiquiátricos,
donde el gobierno los sometía a tratos inhumanos y abusos.
Los diagnósticos se basaban a menudo en criterios políticos
y no médicos, y se utilizaban como medio de castigo y
control. ¿Cuál es su opinión sobre esta
práctica?
Doug
Casey: Bueno, antes de entrar en lo que ocurrió en la Unión
Soviética y lo que parece estar ocurriendo ahora en Estados
Unidos, tenemos que abordar realmente la validez de la psiquiatría
como ciencia, para empezar, y la enfermedad mental como una
enfermedad real.
El
Dr. Thomas Szasz, fallecido hace algunos años, defendió
que la enfermedad mental no es un concepto médico y no
tiene una base biológica. Creía que lo que la gente
suele denominar «enfermedad mental» es en realidad una
etiqueta utilizada para describir comportamientos, emociones y
pensamientos desviados que no se ajustan a las normas sociales.
Sostenía que las enfermedades mentales no son enfermedades
en el sentido tradicional, ya que no pueden medirse ni
diagnosticarse objetivamente como las afecciones físicas,
como el cáncer o la arteriosclerosis. Escribió
numerosos libros desacreditando la psiquiatría; los
recomiendo encarecidamente.
Mi
opinión es que la gente siempre ha tenido problemas
psicológicos, preocupaciones y aberraciones. Antes, estas
cosas se trataban hablando con amigos, consejeros o figuras
religiosas. Sin embargo, desde los tiempos de Sigmund Freud, el
«tratamiento» de las afecciones mentales se ha
convertido en el negocio de la psiquiatría.
La
psiquiatría ha creado un sacerdocio de médicos que
analizan lo que la gente piensa, dice y hace, y opinan si es
saludable o no. Por supuesto, no hay nada malo en estudiar el
funcionamiento de la mente. El problema surge cuando un médico
puede imponer su opinión a otra persona. Si un cirujano
cree que usted debe operarse del corazón, no puede
imponérselo. Pero si un psiquiatra licenciado piensa que
debes ser encarcelado y sometido a diversos fármacos y
«terapias», puede que no haya mucho que puedas hacer
al respecto.
Volviendo
a lo que ocurrió en la Unión Soviética, los
funcionarios del Estado descubrieron que la psiquiatría era
una forma excelente de mantener a los disidentes bajo control. Una
cosa es que te persigan porque el gobierno piense que no eres
políticamente fiable y que tus opiniones son erróneas,
y otra que te castiguen porque un médico afirme que estás
loco por sostenerlas. La psiquiatría -que considero una
pseudociencia- puede utilizarse fácilmente para dar una
pátina de ciencia a las opiniones políticas.
Pero
al decir que estaban locos, los comunistas podían atacar la
esencia real de una persona. Esto es algo más que hizo a
los comunistas no sólo desagradables y peligrosos, sino
malvados. Maldad es una palabra que ha caído en descrédito
en los últimos años, tal vez porque ha sido
utilizada indiscriminadamente por fanáticos de la Biblia
mal educados. Mi opinión es que muchos, o la mayoría,
de los supuestos trastornos psiquiátricos son consecuencia
de hacer el mal; si una persona no puede enfrentarse a estas
cosas, puede actuar irracionalmente, y ser considerada neurótica
o psicótica. Pero ponerse bajo el control de una persona
que ha hecho algunos cursos sobre las opiniones de otros médicos
rara vez es una cura.
Es
curioso que los psiquiatras, como grupo, suelan ser menospreciados
por otros miembros de la profesión médica. Puede que
tengan una formación médica real, pero cuando
ejercen lo único que hacen básicamente es sentarse
detrás de un diván y escuchar a la gente hablar de
sus problemas, y luego experimentar con psicofármacos,
esperando que se produzca la magia. No está mal sentarse y
escuchar por varios cientos de dólares la hora.
Al
utilizar la terapia de conversación freudiana, los
psiquiatras básicamente no son mejores que un amigo o un
consejero, y a menudo son peores. Sospecho que muchos no son más
que mirones a los que les gusta oír hablar de los problemas
de los demás, quizá sólo para compararlos con
los suyos. De hecho, puede ser peor. Mucha gente se hace
psiquiatra porque ellos mismos tienen problemas y les gusta la
idea de escuchar los problemas de los demás y devolverles
sus pensamientos arbitrarios.
Y
lo que es peor, el público cree que los psiquiatras saben
cómo funciona la mente y que pueden saber mágicamente
lo que están pensando. El público cree que los
psiquiatras tienen poderes especiales, como los brujos modernos.
Ese miedo, por ridículo que sea, les da un verdadero poder.
Eso en sí mismo atrae al tipo equivocado de persona a la
psiquiatría. Hay una razón por la que Hannibal
Lecter fue retratado como psiquiatra y no como contable, ingeniero
o vendedor.
El
proceso se disfraza y legitima clasificando los problemas
mediante, entre otras cosas, el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales (llamado
DSM-5 en su última edición). A diferencia de un
verdadero manual médico o quirúrgico, el libro es
sobre todo conjetura y opinión, una versión moderna
del medieval Malleus
Malificarum,
que clasificaba todo lo que se sabía sobre brujería.
Aunque
la mayoría de las terapias de conversación
freudianas son en realidad patrañas, el simple hecho de dar
a una persona con problemas la oportunidad de hablar, aunque sólo
sea durante 55 minutos, a veces puede ser útil. Pero la
cura habitual que se prescribe hoy en día es algún
tipo de fármaco que afecta a la función cerebral. La
mayoría de estos fármacos sólo disfrazan el
problema nublando la mente. En realidad, estos fármacos
pueden alterar las células del cerebro, lo que hacen y cómo
se piensa. Actualmente existen cientos de fármacos
psiquiátricos -Ritalin, Zoloft, Xanax y Prozac son los más
comunes-, pero hay muchos más que son seriamente
peligrosos.
Por
cierto, resulta que FTX tenía un psiquiatra en nómina
en su local de las Bahamas. El psiquiatra, un tal Dr. George
Lerner, al parecer tuvo a unos 20 empleados de FTX como pacientes
privados en un momento dado. El propio Sam Bankman-Fried ha
declarado que ha tomado el antidepresivo Emsam durante «la
mitad de su vida adulta». Es una mala idea invertir en una
empresa que tiene un psiquiatra en plantilla, donde mucha gente
toma psicofármacos. Lo que necesitaban no era un vendedor
de pastillas, sino un ser humano decente interesado en la ética
y en conceptos como el bien y el mal.
En
su creencia de que existe el «mal pensamiento» y de
que tienen derecho a alterarlo, los psiquiatras se han metido en
cosas como la terapia de electroshock, que destruye físicamente
las llamadas cerebrales de las personas, y las lobotomías
prefrontales que se realizan cogiendo un punzón,
atravesando el lado del ojo y destruyendo a propósito parte
del cerebro de las personas.
Una
de las cosas más inhumanas de la Unión Soviética,
que estaba llena de cosas malas, puede haber sido la forma en que
pervirtió la medicina, avalando la psiquiatría, para
destruir el propio espíritu humano. Este concepto se está
abriendo camino en Estados Unidos y Occidente. Los especialistas
en psiquiatría corruptos utilizan la pseudociencia para
demostrar que las personas que el gobierno considera que tienen
ideas políticas descabelladas están realmente locas.
«Loco» se define como no creer en lo que creen y decir
cosas que son políticamente incorrectas.
Yo
diría que, para empezar, la psiquiatría es una
especialidad falsa y peligrosa. Y poner a pseudocientíficos
psiquiátricos a cargo de determinar lo que es «pensar
bien» y «pensar mal» es muy peligroso.
La
medicina no debería involucrarse en la política, que
es sin duda la principal conclusión del papel del Dr. Fauci
en la reciente histeria del COVID. Y esto vale doblemente para la
psiquiatría. Las asociaciones profesionales -como los
sindicatos- siempre buscan aumentar el poder político y la
riqueza económica para sí mismas y para sus
miembros. Los colegios de abogados lo hacen para los abogados, la
NEA para los profesores, la AMA para los médicos y la
Asociación Americana de Psiquiatría para los
psiquiatras. Todos son un peligro para la sociedad. Pero la APA
más que la mayoría.
Por
poner un ejemplo, una vez conocí a un destacado psiquiatra
en Washington, DC. Abogaba por exigir pruebas psiquiátricas
a todos los altos cargos del gobierno, para mantener a los locos
peligrosos fuera de sus puestos. Es comprensible. Pero, ¿y
si las pruebas en cuestión se inclinan en contra de ciertas
creencias políticas, económicas y filosóficas?
Llegados a este punto, esto sólo podría favorecer a
los que tienen el poder. Recuerde, los fanáticos del
control no están tan interesados en controlar el universo
físico como en manipular y controlar a otras personas.
Tienden a entrar en el gobierno. Y cuando se dedican a la
medicina, a menudo se sienten atraídos por la
psiquiatría.Si puedes disfrazar tu deseo de controlar y
manipular a tus semejantes alegando que tienes una necesidad
médica de tu parte, te vuelves mucho más efectivo y
mucho más peligroso.
The
International Man: Durante
la psicosis masiva del Covid, hubo informes de ciertas agencias
médicas en Canadá que sugerían que rechazar
la vacuna era señal de problemas psiquiátricos.
También hemos visto a partidarios de la histeria del cambio
climático utilizar un lenguaje para describir a los
escépticos como enfermos mentales. ¿Qué
implicaciones tiene esto?
Doug
Casey: La politización de la psiquiatría -intentar
controlar lo que piensa la gente- es muy, muy peligrosa. Es una
tendencia que viene de lejos y creo que está empeorando.
Hubo
un tiempo en que se consideraba que alguien estaba loco si era
manifiestamente irracional, si caminaba por la calle gritando y
vociferando. Alguien obviamente incapaz de mantenerse a sí
mismo. Siempre han existido, pero como una pequeñísima
parte de la sociedad. Si cometían un delito, era asunto de
la policía y los tribunales. Si no cometían un
delito real, no eran más que una molestia, y la vida está
llena de molestias. Históricamente, los locos no eran un
problema. A menos, claro, que entraran en el gobierno…
En
los últimos 100 años, el número de trastornos
psiquiátricos diagnosticables ha crecido como la espuma.
Hay cientos y cientos de cosas que ahora se consideran trastornos
psiquiátricos. Lo suficiente como para que casi todo el
mundo necesite un psiquiatra. Los caprichos personales, las
excentricidades y las creencias fuera de la corriente dominante se
han convertido en trastornos psiquiátricos, enumerados en
el DSM, que requieren un profesional «cualificado»
para curarlos. Pretenden hacerlo rebotando en ti sus propias
opiniones personales con terapia de conversación, o
administrándote peligrosos fármacos psiquiátricos.
Pronto
espero que veamos cómo se utiliza la salud pública
como excusa para acabar con las creencias que no convienen a
cierta clase de personas. Es muy peligroso y muy innecesario.
No
digo que todos los psiquiatras sean malos. Pero la mayoría
viven necesariamente en una cámara de eco que refuerza las
malas tendencias. Mírelo de esta manera. No todos los
economistas son malos, pero viven en una cámara de eco
keynesiana en el mundo actual; como resultado, la mayoría
de los economistas acaban haciendo malas recomendaciones. Lo mismo
ocurre con los psicólogos, incluso los que se dedican a
esta profesión porque realmente quieren ayudar a la gente.
The
International Man: ¿Hacia
dónde va esta tendencia? ¿Qué puede hacer el
ciudadano de a pie?
Doug
Casey: Nos enfrentamos a una guerra de múltiples frentes
contra la civilización occidental en general.
No
es sólo una guerra física. No es sólo una
guerra ideológica. No es sólo una guerra política.
Se ha convertido en una guerra psicológica.
Uno
de los frentes de ataque es convencer al público en general
-que no piensa mucho más allá de los estrechos
confines de su propia vida y de ver los deportes y la televisión-
de que las personas que no creen en una narrativa determinada
están, de hecho, locas. La profesión psiquiátrica
está muy implicada en el proceso.
En
mi opinión, esto es una prueba más de que muchos
psiquiatras son incautos de gente malvada. En el mejor de los
casos.
¿Qué
se puede hacer al respecto?
Denunciar
las mentiras allí donde las veas. No aceptes
automáticamente las opiniones de la gente sólo
porque se les haya concedido un título o una licencia.
Piensa críticamente y exige respuestas lógicas a
preguntas descorteses.
Dado
que se trata más de una guerra psicológica que de
otra cosa, habla siempre que puedas. Callarse te hace cómplice
del delito al estar sutilmente de acuerdo con él.
En
materia de pos-verdad, las cosas no son tan simples
Osvaldo
Buscaya
ALEXANDER
DUGIN considera que, [No
habrá retorno a la «vieja verdad», es decir, a
la concepción materialista y racionalista de la realidad y
a los criterios de verdad basados en la correspondencia
positivista entre significado y significante, como creíamos
en la modernidad. No habrá ni puede haber retorno. La hemos
superado y, aunque seguimos inmersos en la Modernidad, no hemos
llegado a ella por voluntad propia, sino arrastrados por
Occidente, que nos ha propuesto seguirla, pero no podemos
alcanzarla.]
Pues,
es una situación de la cual, en mi conocimiento de la
semiología psicoanalítica (Freud), puedo percibir la
realidad en este presente, sin excepción, a las personas,
como en un estado “incapacitado”, desde mi percepción
producto de mi desarrollo; No escapa a mi conocimiento
psicoanalítico (Freud) de ser un estado basado en las
abundantes configuraciones neuróticas/psicóticas;
Independientemente de las variadas escalas sociales, desde el más
poderoso a lo más indigente, todo el proceso global, local,
social, familiar me resultan absolutamente “necios”;
No rehúyo la consideración de estar pasando por un
proceso de narcisismo, pero no encuentro forma de visualizarlo de
otra manera; Que desde el proceso organizado de la horda primitiva
simiesca, al Siglo XXI, esta civilización es una evidente
“idiotez”.
Osvaldo
Buscaya (1939/2024)
OBya
Psicoanalítico
(Freud)
En
materia de pos-verdad, las cosas no son tan simples
On: 25/09/2024
ALEXANDER
DUGIN / No habrá retorno a la «vieja verdad»,
es decir, a la concepción materialista y racionalista de la
realidad y a los criterios de verdad basados en la correspondencia
positivista entre significado y significante, como creíamos
en la modernidad. No habrá ni puede haber retorno
FILOSOFÍA
No
habrá retorno a la «vieja verdad», es decir, a
la concepción materialista y racionalista de la realidad y
a los criterios de verdad basados en la correspondencia
positivista entre significado y significante, como creíamos
en la modernidad. No habrá ni puede haber retorno. La hemos
superado y, aunque seguimos inmersos en la Modernidad, no hemos
llegado a ella por voluntad propia, sino arrastrados por
Occidente, que nos ha propuesto seguirla, pero no podemos
alcanzarla.
Por
eso nosotros tenemos la modernidad y ellos la posmodernidad.
Nosotros seguimos teniendo la «verdad» y ellos la
posverdad, y tenemos que parpadear… Encerrarnos simplemente
en la etapa anterior del desarrollo occidental y gritar «no
iremos más lejos» no funcionará. Tenemos que
buscar otro camino. Un camino hacia la verdad, pero un camino
diferente. No al que estamos acostumbrados, porque no sólo
la posverdad es occidental, sino que la propia verdad es
occidental.
Necesitamos
la verdad rusa.
Para
encontrarla, tenemos que remontarnos muy atrás, a la
ontología y la gnoseología de la visión
sagrada del mundo, es decir, a la Edad Media. Esto es lo que ha
sugerido el muy perspicaz padre Pavel Florensky. Pero incluso en
este caso, no estamos hablando de la verdad materialista, sino de
otra cosa. La verdad es la correspondencia entre nuestra
comprensión de una cosa y la providencia divina, que el
Creador ha insertado en la estructura de la creación. Y la
verdad es Cristo. Ahí empieza y ahí acaba.
Inesperado,
¿verdad? Pero no hay materia, ni naturaleza en el sentido
moderno de la palabra, ni átomos, ni mecánica, ni
racionalidad, ni mucho menos. Tampoco hay tiempo lineal, progreso
o evolución. Nada de esto es cierto. ¿Estamos
preparados para la nueva Edad Media? La pregunta es retórica.
Por supuesto que no lo estamos. Significa que siglos de
«modernización» y «colonización
mental» por parte de Occidente nos impiden acceder a esta
verdad.
Todavía
podemos dar un salto adelante y crear desde cero, desde nosotros
mismos, una realidad (rusa) con su propia verdad y sus propios
criterios, pero será la verdad rusa (para nuestros
enemigos, será otra posverdad, pero una posverdad que les
será hostil). Podemos intentar hacer las dos cosas a la
vez, pero ¿se imaginan el esfuerzo que supondría ir
en cualquiera de las dos direcciones al mismo tiempo?
Nadie
en la Rusia actual está preparado para ello. Así que
tenemos que conformarnos con una propaganda apresurada y posterior
a la verdad y tirarnos los trastos a la cabeza sin pudor. Es una
respuesta reactiva, como todo lo que se nos ha ocurrido hasta
ahora. Poco a poco, nos quedaremos sin recursos para modernizar
nuestra defensa, es decir, para intentar oponernos a Occidente con
algo que hemos aprendido de Occidente, pero que va dirigido contra
el propio Occidente.
La
verdad rusa es diferente. No es simplemente una «verdad»
occidental vuelta del revés. Es simplemente un simulacro
que puede calificarse de archimoderno, aunque muy patriótico
a nivel superficial, pero superficial y algo vergonzoso para una
gran potencia y más aún para un Estado civilizado.
Por lo tanto, debemos esforzarnos por buscar y establecer la
verdad rusa. Esto es inevitable. Pero antes debemos darnos cuenta
de que, al rechazar las posverdades de los demás, aún
no conocemos nuestra propia verdad. La tenemos, sin duda, pero aún
no se ha iniciado una búsqueda seria.
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